‘Ez dugu aukeratzen zer erretratatu, baina hausnartu beharko genuke nola erretratatzen dugun’

Egoera zailetan prentsa argazkilariok lan egiteko dugun moduen inguruan asko idatzi da. Beti dago baten bat argazkiak ateratzen gabiltzan unean ea horri ere argazkiak atera behar dizkiogun galdetzen edo aurpegiratzen diguna. Ez da erraza, ez da samurra, ez da gustagarria, baina gure lana da.

Andoni Lubakik orain aste pare bat hau idatzi zuen Argian duen blogean, eta Santiagon gertatutako tren istripuaren berri jakin bezain pronto, bertan lanean izango ziren lankideengan pentsatuta twiter bidez galdera hori errepikatzeko egun egokia zela aipatu nuen.

Aste hontan Pedroren blogean, bertan argazkiak egiten ibilitako Eloy Alonso lagun eta lankideak idatzitako gogoeta hau irakurri dut. Badakit gazteleraz dagoela, eta ez daukat halakoak argitaratzeko ohiturarik, baina merezi duela uste dudanez, bertan jarri dizuet, berak idatzi bezala.

Eloy ALonso

Apenas hace unos minutos cuelgo en mi Facebook un lazo negro por el aniversario de mi primo Avelino, desaparecido en la mar mientras ejercía su trabajo de pescador, solo tenía 46 años y cuyo tercer aniversario vamos a recordar con una misa en su memoria como quiere su madre, mañana en el pueblo, dolor y tristeza. Aún no sé lo que se nos viene encima. Son las 21:30 del miércoles 24 de julio. Mientras Ana y yo preparamos la cena oigo en el informativo de TeleCinco que hay un grave accidente de tren en Santiago. Una segunda conexión minutos después ya habla de varios muertos. Mando un mensaje por Whatssap a mi compañero fotógrafo de Reuters en Galicia, Miguel Vidal y ya lo sabe, está de camino. No está en Santiago, tiene un tramo de autopista que recorrer hasta llegar al lugar. Envío otro Whatssap a mi jefe Paul y le comento que un compañero periodista de A Coruña me dice que aquello puede ser una tragedia. Empiezan a verse las primeras imágenes y los medios nacionales cuelgan las primeras galerías de fotos. Aquello ya pasa de ser un grave accidente de trenes a ser el escenario dantesco donde puede haber decenas de muertos.
En coordinación con mi jefe busco teléfonos de foteros de Galicia a los que conozco y a otros que no y que tienen imágenes “in situ” para poder tener acceso a ese material y poder meterlas en la línea de Reuters para los clientes. Las comunicaciones por móvil son difíciles, aquello empieza a estar colapsado. Ese trabajo da sus frutos y conseguimos imágenes al poco tiempo que ya están dando la vuelta al mundo, a medida que pasan los minutos la cifra de muertos y heridos se incrementa a cotas estremecedoras y demoledoras. La noticia está en todas las portadas del mundo y los informativos se vuelcan de manera especial, yo sigo todo por la TVG que informa en directo desde Angrois (la televisión pública de Galicia ha sido un ejemplo de servicio al ciudadano, aún a pesar de los putos recortes).
Ya es más de medianoche cuando mi jefe decide que me vaya a Santiago a echar una mano a Miguel, geográficamente soy el más cercano pero tengo 380 kilómetros y casi cuatro horas de viaje. Como Miguel ya está allí y ya tenemos fotos de gente de la zona, decidimos que temprano cojo el coche y me voy a Santiago. Hago maleta, preparo equipo y sigo recibiendo Whatssaps de mucha gente, varios mensajes de Miguel que ya transmite fotos de madrugada de aquella locura. Cuando me meto en la cama pasa de la una y media de la madrugada. Tomo una pastilla para dormir algo más rápido. Un nudo en el estómago ya me tiene jodido. Son las cuatro cuando el I-phone me pone a cien. Una ducha, una galleta y un vaso de leche mientras Fito, que sabe que algo pasa, no ve con buen ojo de perro que a esas horas me vaya con tantos trastos.
En carretera y por autopistas de la vecina Galicia un rayo me sorprende hasta que me doy cuenta que es un radar porque voy dándole zapato más de lo que debo. Empiezo bien, perdiendo puntos y dinero. Pero nuestro curro es así, siempre hay que llegar, a costa de lo que sea. A veces nos jugamos la vida tontamente y no calculamos el riesgo. Otra gente puede padecer nuestras malas costumbres. Lo pienso en silencio pero tampoco aflojo mucho el acelerador. En plena autopista veo al lado derecho la imagen que llevo grabada en la retina tras haberla visto ya en muchos telediarios. Un equipo de Antena 3 Televisión que me precede y yo intentamos parar en el carril derecho pero la Guardia Civil por seguridad y muy enérgicamente nos lo impide.
A las 7:37:18, según marca mi Photomecanic, tomo la primera foto en la zona cero. La imagen muestra a dos chicos que, apoyados sobre las vallas de cierre de las vías, ven como yo la dantesca imagen de una máquina de tren con cara de pato tirada de lado sobre un talud y el resto de vagones volcados sobre la vía. Me echan de la zona donde estoy. No consigo localizar a Miguel. Dicen que del otro lado hay una zona habilitada para prensa. Aparco donde puedo (después no encontraré el coche). Finalmente tras un camino paralelo a la vía entro en una finca privada ya con las lechugas y los pimientos pisados por una docena de cámaras de televisión y otros tantos fotógrafos que intentan captar imágenes de los trabajos de rescate y ayuda. Yo también piso berzas, lechugas y pimientos. A veces no tenemos medida, me da un poco de vergüenza… Me fundo en un abrazo con Miguel, él ya casi no tiene batería, lleva toda la noche currando y con las prisas no trajo cargador. Le doy el mío. Mala suerte, el suyo es el I-phone5 y el mío el 4 y no le vale. De momento nos quedamos, a las nueve y media se anuncia la visita del Presidente Rajoy, uno abajo y otro arriba, y así tenemos dos puntos diferentes.
Empezamos a transmitir fotos a la oficina de Reuters en Madrid donde ellos procesan, ponen los pies de foto y envían a Singapur. Eso facilita nuestro trabajo de no liarnos con el inglés y solo hacer fotos y transmitir. Cualquier duda, por teléfono o Whatssap. Me encuentro con viejos amigos y colegas, Cristóbal Manuel, Pablo Blázquez, Miguel Riopa, David Castro, Xurso Lobato, Sas, Lavandeira, Oscar Corral …Algunos llegaron a los pocos minutos del accidente y aún siguen al pie del cañón, otros han viajado toda la noche como yo o han venido en aviones a las seis de la mañana. También me reencuentro con parte de la 9U de Intervención Policial, son de Asturias, a muchos les conozco y de alguno soy amigo, he coincidido con ellos en cientos de batallas en el Naval, los domingos haciendo fútbol y hace unos meses a hostias con los mineros. También se que el suyo a veces es un curro mal visto pero otras no se les valora su gran labor.
Decidimos que yo me vaya a las segunda zona cero donde están las familias, al lado del campo de fútbol del Compos. Allí les dirán según las autopsias si su familiar está en el hospital o en la morgue improvisada en el pabellón Do Sar, la tercera zona cero. Aún hay otra cuarta que tampoco podemos cubrir: el CHUS hospital de Santiago donde están la mayoría de los heridos y también el que ya todo el mundo culpabiliza: El maquinista, herido y custodiado por la policía. Su foto ha dado la vuelta al mundo varias veces mientras con la cara ensangrentada habla por teléfono y es ayudado por un Policía Nacional.
Que mierda el puto GPS, te pierde más que te ayuda. Jodido jugar fuera de casa. La buena gente de Protección Civil me lleva de rotonda en rotonda al epicentro del drama. Ya hay muchos compañeros que me comentan la dureza y la tensión de la situación allí durante toda la mañana. Una mujer es evacuada desmayada a una ambulancia, intento hacer fotos pero no llego. De vuelta al grupo, una chica joven que espera noticias de un familiar me pregunta llorando si ese es mi trabajo, le pido perdón y le digo que sí y que lo siento. Se me cae el alma a los pies, me siento fatal y lo comparto con los compañeros, ellos están igual o peor que yo. Pero todos sabemos que los jodidos de verdad son ellos, a los que les robamos disparo a disparo sus sollozos y su angustia. Intentamos poner teleobjetivos y hacerlo con una discreción imposible. Mierda de profesión, piensas en ese momento. Tampoco escogemos lo que fotografiamos pero sí deberíamos de plantearnos el cómo hacerlo. Hablamos y discutimos sobre fotos y portadas que hemos visto. Algunas durísimas. Pero es que aquello es muy muy duro, ya se habla de casi 80 muertos y docenas de heridos, muchos en estado crítico.
Me encuentro con Luis de EFE, compañero y amigo casado en Asturias que ahora está en A Coruña. Vaya sitio para vernos. Nos abrazamos y recordamos viejos tiempos. Volvemos a transmitir más fotos. Miguel, que conoce la zona y es un crack, también ha conseguido las primeras fotos de familiares y coches fúnebres en la improvisada morgue. Nos damos cuenta de que ya son las cuatro de la tarde y aún no hemos probado bocado ni hemos bebido un solo trago de agua. Nos anuncian la llegada de los reyes al hospital y me voy allí sin saber dónde es. Ya hay centenares de medios. Habrá pool de parte de la visita. La oficina de Reuters en Madrid nos informa de que Vincent West viene desde el País Vasco para ayudar y darnos descanso (también se dará un tute de casi 700 kilómetros y muchas horas de coche). Miguel se baja hasta Pontevedra a buscar ropa, baterías y cargador. En un par de horas ya está de vuelta. No sé cómo lo hace. Es todo un paisano. Con mucho aguante y un gran profesional. Vuelve a la zona cero para hacer vagones que levantan mientras yo transmito. También hace las primeras velas y crespones negros en la Plaza del Obradoiro.
Esto ya es una locura de cifras, de medios, de rumores y ya estamos agotados. Los compañeros de Madrid que nos habían buscado hotel, nos comunican que de momento no nos encuentran sitio. Varios compañeros nos ofrecen compartir habitaciones. Al final se arregla y dormiremos en una casa rural a las afueras de Santiago. Son las once de la noche cuando nos juntamos con colegas de varios medios para cenar y preparar el curro del día siguiente. La gran Mayka Navarro se suma tarde a la cena, nos mima, nos piropea y da ánimos y nos pone al día con toda su sabiduría y contactos policiales y judiciales. A la una y media de la madrugada llegamos a la fantástica casa rural. Llevamos casi 24 horas sin descanso. Mañana a las siete en pie y cada uno a un sitio. Esto sólo ha sido el primer día. Pero apenas podemos imaginar lo que esas 24 horas han debido de ser para familiares y amigos. Lo nuestro después de todo es nuestro trabajo y nos pagan por ello. De momento.

En la imagen los medios de comunicación trabajan a primera hora de la mañana en una huerta próxima al accidente. Al mediodía el propietario comenzó a cobrar 150 euros a las agencias y 500 euros a las televisiones que deseaban permanecer trabajando desde el lugar. FOTO: (c) Eloy ALONSO

 

 

 

 

 

 

 

MILA HITZ - Freelance argazkilaria. BostokPhoto egitasmoan buru belarri nabil. EuskalHerriko Informatzaile Grafikoen Elkarteko kidea.