Dantza: eroen, mozkorren eta ergelen jarduera

Dantza: eroen, mozkorren eta ergelen jarduera –

Kuarrentak dantzan.eus atarian.

“Gizona dantzatzen denean ez da gizona, gizonaren karikatura da, ia tximinoa. Emakumea dantzan ez da emakumea, emakumearen parodia barregarria da, karikatura, tximinoa”, dantzaren aurkako horrelako hainbat argudiaketa aurkezten dira 1898ko otsailaren 8an La Avalancha astekari katoliko nafarrean argitaratutako El Baile artikuluan. Bakarne Altonagaren Guztiak Dantzari liburuan izan dugu artikulu honen berri. Altonagak ikusten du artikulu honek maskulinitatearen zein feminitatearen kontzepzioei buruzko informazio aberatsa eskaintzen digula.

Dantza modernitateak ekarritako espirituaren gainbehera moduan aurkezten du egileak (ezezaguna). Gizonekoei eta emakumezkoei dei egiten die: “Zuen benetako balioa ezagutzen duzuela erakutsi nahi baduzue: ez dantzatu!”. Dantzariak bizitzaren pailazoak direla dio, gizakiaren komediaren ordezkariak. Edo dantza bizioaren katedrala dela, “gazteak ikasleak dira eta gizonak irakasleak”.

Erromeria, Jose Arrue.

Hemen irakur dezakezue artikulu osoa:

El Baile

Nada mejor que probar el predominio que se ha dado a la materia sobre el espiritu, que el afán de la juventud hacia esa fiesta imbécil que se llama baile.
Definir esta palabra es empresa superior a mis fuerzas.
¿Qué es el baile?
Para encontrar la contestación de esta pregunta es preciso acudir a un hospital de dementes.
Allí debió nacer esa colección de locura practicadas por los más cuerdos, en concepto de la sociedad misma.
La debilidad del hombre no puede ser más grande; por la adquisición de un placer mezquino da todo lo que tienen que dar, su razón, su dignidad, su hombría.
Nadie negará, si tiene ileso el sentido común, que un hombre cuando baila, no es hombre; es la caricatura del hombre casi un mono.
La razón se le baja entonces a los talones y naturalmente la pisotea.
Así es que de un baile, las facultades superiores del hombre salen destrozadas: y su mente se convierte en un montón de pedazos inútiles, que compusieron antes un todo precioso: un recuerdo aislado, un deseo sin freno, una idea extraviada, un conocimiento extrañó; todo esto armonizado antes del baile por una regla sabiamente dispuesta, formaba la razón.
Wals, polka, habanera y rigodón, son sinónimos, poco más o menos, como lo son, necedad, estupidez, tonteria e idiotiasmo.
La expansión y regocijo, que según dicen, se disfrutan en un baile, son imaginarios.
El baile requiere una sujeción ceremoniosa y una esclavitud de avergüenza; un movimiento mal dado, una figura mal hecha, son lo suficiente descrédito social completo.
Es cuento nos queda que ver: se censura amargamente al que no acierta walsar, por ejemplo, con todas las reglas del arte; que es lo mismo que recriminar a un perro que no acierta a hablar.
El hombre que sabe bailar ha empezado la carrera del tonto: unos la concluyen, otros no.
Tras la posesión del baile, viene la posesión de todos los conocimientos insustanciales y absurdos.
Tres solo son los seres que bailando se encuentras en su actitud natural:
El loco.
El ebrio.
Y el tonto de capirote.
De suerte que los demás en el acto de bailar, parodian pobremente lo mas triste, la demencia, y lo más risible, la borrachera.
La tontería, esta, por desgracia, parodiada en muchos otros actos del hombre.
Paraos un momento y hacedme el obsequio de dibujar en vuestra imaginación unos rigodones.
Una pareja en frente de la otra, y dos parejas también de frente, pero en distinta dirección, formando  con las primeras un cuadro. Se acercan las parejas y se saludan, cambian de lugar y se saludan, dan unas cuentas vueltas y se saludan.
Así principian y así terminan los rigodones, Los bailarines son los payasos de la vida, con su mímica grotesca y sus contorsiones chistosas.
Son los que representan el sainete de la comedia humana; pero sainete vulgar, obsceno y chocarrero.
En el baile, el hombre niega que es hombre, ocultando lo que de tal tiene, y enseñando estúpidamente, la parte que le asemeja al bruto; porque así como la meditación es el estado natural del sentimiento, el baile es el estado natural del instinto.
Por el baile se prostituye la más bella de las bellas artes: pues la música destinada al baile es una música empobrecida; ha perdido su grandeza, sus altos fines.
Parece increible, que la música, el lenguaje del alma, la poesía del corazón, la vida del sentimiento, se utilice  para coadyuvar al ridículo del hombre.
Un dato para comprobar la baja condición de este ser mixto.
Cualquiera que estos renglones, se conformará probablemente con las ideas en ellos vertidas y dira que hablo muchas verdades. ¿A que no deja de asistir al primer baile a pesar de este asentimiento?
No sabe que este modo de proceder le alcanza el honroso título de majadero.
No me extraña en la juventud masculina ese afán que le arrastra hasta la insensatez y la locura.
Para ella el baile es un pretexto; en él sacia deseos contenidos, desahoga pretensiones añejas y da algunas satisfacción al instinto que en ocasiones la domina.
Aunque menoscaba su moralidad y pierde la propensión a los bienes del espíritu, este mal no la contrista, porque no cifra su valor principal en contenido que ser inmodesta y vana por las exageradas galanterías de su pareja.
Decid a una joven en el retiro de su casa que se deje abrazar del hombre que la adora, y si tiene vergüenza os rechazará indignada; pues esa misma joven en un salón lleno de gentes; se entrega en los brazos de cualquiera, para que la acompañe en una polka.
Pérdida del pudor que es muy delicado.
Suplicad a una mujer que, cuando está sola en un cuarto, salte y brinque como una loca, y os contestará riendo, que la pedís una ridiculez de que no es capaz; pues es misma mujer entre la concurrencia de una sala, hará las más imbéciles contorsiones danzando con su pareja.
Pérdida de la formalidad que es muy necesaria.
Obsequiad a una muchacha en el paseo o en la visita, diciéndola que es la más hermosa de las criaturas, y que os acaba de inspirar un amor ardiente, y os increpará con dureza, juzgando que os burláis de su candor; pues esa misma muchacha, creerá en el baile muy natural vuestro amor y se persuadirá de que es efectivamente la mujer más hermosa.
Pérdida de la modestia que es muy codiciada.
Aquí se prueba perfectamente lo que dije al principio, que el hombre bailando no es hombre.
Claro está que este concepto es extensivo a la mujer.
Esta, fuera del baile, ni se deja abrazar, ni salta aturdidamente, ni cree en adoraciones repentinas y tontas. En el baile sí.
Consiste en que aquí no es mujer; es una parodia bufa de mujer, la mujer en caricatura, la mona.
El baile es la catedral de vicio, las jóvenes son alumnos; el profesorado, lo forman los hombres.
Estos enseñan una doctrina que conviene a la satisfacción de sus livianos deseos; aquellas la escuchan y alimentan con ella su alma.
Por la flaqueza, acaso de nuestra condición, una joven olvida prontamente un sermón, un consejo, una lectura instructiva; pero jamás olvida las palabras que un hombre la dirigió en un baile.
El carácter de las coquetas se forma en estas fiestas.
Apenas bailan una vez que no escuchen una declaración importuna. Engreídas y presuntuosas con tales distinciones, no quieren que un desaire suyo las extinga y por eso las acogen todas con orgullo.
Ved si es erróneo el carácter de estos tiempos.  
No puede gozar de mayor beneficio una joven que ha tenido la imprevisión de acudir a un baile, que el de no ser invitada a tomar parte en ese laberinto de locos; y sin embargo, si esto sucede, se apena porque se juzga desairada.
Es decir, que siente evitar un peligro para su pureza, para su dignidad y para su virtud.
Si está apegada a la sociedad, como lo demuestra por el solo hecho de asistir al baile, comprendo por qué lo siente.
Dije antes que la razón en el baile se pisotea; por eso tienen allí cabida todos los pensamientos insensatos, todas las frases atrevidas, todas las ideas extraviadas; por eso a las jóvenes se las abraza impúdicamente; por eso se juntan dos rostros de distinto sexo; por eso se rozan cuerpos de mujer y de hombre; por eso se proponen planes audaces; por eso se crean relaciones engañosas; por eso la honestidad se despedaza, el corazón se habitúa a los sentimientos impuros y la dignidad humana se arrastra, se pierde, se deshace.
Y todo con la sanción del hombre mismo, que voltea olvidado de la superioridad de su sér.
Estos últimos renglones son un cuadro que pone de relieve la monstruosidad del baile.
Meditad sobre ellos.
Es admirable la tranquilidad de las madres, que sentadas sosegadamente en una silla, miran a sus hijas en brazos de un joven, generalmente desconocido.
¡Pobres madres!
A mi me da lástima ver a una niña bailando.
¡Ella que debía ser como las perlas de los mares, como los capullos de los vergeles, circulando locamente en torno del peligro!
No obstante, la sociedad señala como extravagante a la que no gusta de baile, ya la moda impele a estas fiestas con una fuerza poderosa.
La sociedad y la moda dos pozos de inmundicia.
Creédmelo.
¿Qué vale el brillo de un peinado que se luce, o de una seda que se arrastra bailando?
¿Qué  significa una lisonja que se escucha, una vanidad que se adquiere?
Conservar la delicadeza en el sentimiento, la dignidad en el espíritu, la pureza en la idea, la virtud en el corazón, debe ser el afán de la juventud.
Esto no se logra en los bailes.
No importa el desdén de una sociedad estúpida; no importan los insultos del hombre apegado a la grosera materialidad de la vida.
El alma debe ser grande, abnegada, enérgica; debe huir la fascinación del mundo, debe  despreciar las calificaciones que la impongan, debe guiar su vuelo hacia donde la inclina su naturaleza.
Una joven pura, digna y modesta, que no baila y evita los lazos tendiados a su bondad, es el ser mas poético de la vida en el que están condensadas todas las bellezas de la creación.
Su felicidad suele ser inmensa, pero desconocida a nuestra sociedad.
Me parece que he expuesto desnudos los males que origina el baile. ¿Hay alguno que exponga las ventajas que reporta?
Jóvenes de ambos sexos, ¿queréis demostrar que conocéis el valor de vosotros mismos?
Pues no bailéis nunca.

*Iturria: *El Baile (La Avalancha, 1898

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